Arthur Koestler
Durante el reinado del segundo emperador de la
dinastía Ming, vivía un verdugo llamado Wang Lung. Era un maestro en su arte, y
su fama se extendía por todas las provincias del imperio. En aquellos días, las
ejecuciones eran frecuentes, y a veces había que decapitar a quince o veinte
personas en una sola sesión. Wang Lung tenía la costumbre de esperar al pié del
patíbulo con una sonrisa amable, silbando alguna melodía agradable, mientras
escondía detrás de la espalda su espada curva, para decapitar al condenado con
un rápido movimiento cuando éste subiera al patíbulo.
Ese Wang Lung tenía una sola ambición en su vida;
pero su realización le costó cincuenta años de intensos esfuerzos. Su ambición
era decapitar a un condenado con un mandoble tan rápido que, de acuerdo con las
leyes de la inercia, la cabeza de la víctima quedara plantada sobre el tronco,
así como queda un plato sobre la mesa cuando se retira repentinamente un
mantel.
El gran día de Wang Lung llegó por fin, cuando ya
tenía setenta y ocho años. En ese día memorable tuvo que despachar de este
mundo a dieciséis clientes para que se reunieran con las sombras de sus
antepasados. Como de costumbre, se encontraba al pie del patíbulo, y ya habían
rodado por el polvo once cabezas rapadas, impulsadas por un inimitable mandoble
del maestro. Su triunfo coincidió con el duodécimo condenado. Cuando el hombre
empezó a subir los escalones del patíbulo, la espada de Wang Lung relampagueó
con una velocidad tan increíble, que la cabeza del decapitado siguió en su
lugar, mientras subía los escalones restantes sin advertir lo que le había
ocurrido. Cuando llegó arriba, el hombre habló así a Wang Lung:
—¡Oh cruel Wang Lung! ¿Por qué prolongas la agonía
de mi espera, cuando despachaste a todos los demás con tan piadosa y amable
rapidez?
Al oír estas palabras, Wang Lung comprendió que la
ambición de su vida se había realizado. Una sonrisa serena se extendió por su
rostro; luego, con exquisita cortesía, dijo al condenado:
—Tenga la amabilidad de inclinar la cabeza, por
favor.
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