Juan José Arreola
Tome
en sus brazos a la mujer amada y extiéndala con un rodillo sobre la
cama, después de amasarla perfectamente con besos y caricias. No deje
parte alguna sin humedecer, palpar ni olfatear. Colóquela en decúbito
prono (ventral), para que no pueda meter las manos y arañarlo.
Incorpórese con ella cuando este a punto de caramelo, cuidando de no
empalagarse. En el momento supremo, apriétele el pescuezo con las dos
manos y toda la energía restante.
Para
facilitar la operación se recomienda embestir de frente sobre la nuca
para que no pueda oírse un monosílabo. Suéltela y sepárese de ella
cuando el corazón haya dejado de latir y no haya feas sospechas de
necrofilia. Colóquela ahora en decúbito supino (dorsal) y compruebe el
reflejo de pupila. Por las dudas, auscúltela con el estetoscopio que
habrá pedido prestado a su vecino, el estudiante de medicina. Ciérrele
los ojos, sáquela de la cama y déjela enfriar, arrastrándola hasta el
cuarto de baño. Si tiene a mano un espejo, póngaselo sobre la cara y no
la vea más.
Previamente
habrá usted diluido en agua tres partes iguales de arena, grava
(confitillo) y cemento rápido, de preferencia blanco, dentro de un
recipiente apropiado, batiendo el todo hasta que forme una pasta espesa y
homogénea. Si es preciso, pida el consejo de un albañil experimentado.
Tome un molde rectangular de esos que pueden adquirirse fácilmente en el
barrio, o improvise usted mismo una adobera con tablas de pino sin
cepillar, por que resulta mas barato. Sea precavido y deje un margen de
diez centímetros de cada lado para que ella pueda caber holgadamente.
Usted sabe las medidas de memoria: tanto mas cuanto de pies a cabeza,
tanto menos cuanto de busto, cintura y caderas. No hace falta la tapa.
Acuérdese
de los vendajes, por que ahora va usted a momificarla sin
embalsamamiento previo. Use la banda ortopédica enyesada de cinco
centímetros de ancho y conforme a las instrucciones que vienen en el
paquete humedézcala y empiece por la punta de los pies siguiendo el
método de la dieciochava o más bien decimo-octava dinastía faraónica,
procurando que el conjunto quede lo mas apretado posible: la crisálida
en su capullo eterno que ya no podrá volar más que en su memoria, si
usted puede permitirse ese lujo. Cuando el yeso este completamente seco,
lije toda la superficie hasta que casi desaparezcan los bordes
superpuestos de las bandas. Dele una mano gruesa de sellador
instantáneo, con brocha de dos pulgadas, común y corriente. Después
aplique con pistola de aire, o en su defecto, con brocha de pelo de
marta, varias manos de laca epóxica, que es dura como el cristal. una
vez que ha secado, gracias a sus componentes, en cosa de dos minutos,
cerciórese de que no quede poro alguno al descubierto, de tela ni yeso.
El todo debe constituir una capsula perfectamente hermética, donde no
puedan entrar ni la humedad ni las sales del cemento.
Llene
ahora el molde hasta una tercera parte de su altura, más o menos, y
póngase a reposar un rato para que la masa repose también. Medite
entonces si puede acerca de lo largo del amor y lo corto del olvido o
viceversa. Cuando ella, usted y la pasta hayan adquirido la suficiente
firmeza, coloque el cuerpo dentro del molde con la mayor exactitud. Una
vez calculada la resistencia de los materiales empleados, vierta sobre
ella el resto del concreto fresco, después de agitarlo muy bien.
(Aquí
se recomienda arrodillarse y modular una canción de cuna con tremolo
bajo y profundo, o el salmo penitencial que mas sea de su agrado.)
Si
es posible, hay que utilizar un vibrador eléctrico. Si no, plana y
cuchara. Antes de que ella desaparezca para siempre, usted puede,
naturalmente, darle el último adiós. Sobre todo para comprobar que sus
labios y sus ojos ya no le dicen nada, debidamente vendados y
amordazados como están.
Cuando el molde este a punto de desbordarse, déjelo a la intemperie y váyase a dormir bien abrigado por que tendrá que madrugar.
Al
día siguiente y antes de salir el sol, cave una fosa al ras del suelo a
la entrada del jardín, justamente en el umbral, y ponga en ella el
lingote de cemento, sirviéndose para el traslado solitario de
plataforma, cuerdas y rodillos. Con piedritas de rio o teselas de
mosaico italiano, puede hacerse una verdadera obra de arte, según el
gusto de cada quien: la palabra welcome es la más aconsejable, siempre que este rodeada de flores y palomas alusivas, para que todos la entiendan y la pisen al pasar.
Precaución:
procure, en la medida de lo posible, que la policía no ponga los pies
sobre esta lapida amorosa hasta que la superficie este completamente
seca. Y si lo interrogan, diga la verdad: Ella se fue de la casa en
traje sastre, color beige y zapatos cafés. Llevaba una cara de pocos
amigos y aretes de brillantes...
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